Las abejas melíferas (Apis mellifera) muestran una considerable variación en su área de biogeográfica y están compuestas por al menos 30 subespecies pertenecientes a diferentes linajes evolutivos. Europa alberga gran parte de esta diversidad con numerosas subespecies endémicas representativas de cuatro de estos linajes evolutivos, concretamente del linaje africano (A), el linaje de Europa Central y Oriental (C), el linaje de Europa Occidental y Septentrional (M) y el linaje de Oriente Próximo y Asia Central (O). Sin embargo, la actividad humana ha reducido paulativamente tanto la diversidad genética como el territorio natural de algunas de las abejas melíferas europeas. Uno de los temores que suscita el comercio e importación de reinas a gran escala, así como la transhumancia de larga distancia, es que se reduzcan o pierdan las poblaciones de abejas melíferas autóctonas adaptadas al entorno, debido a la sustitución por abejas no autóctonas o simplemente por hibridación. Se ha demostrado que las abejas melíferas adaptadas al entorno local tienen una mayor capacidad de supervivencia, por lo que la promoción de la cría de abejas locales constituye un paso importante hacia la sostenibilidad de la abeja a largo plazo.